Entrevista a Alberto Binder, a propósito del curso en la UNCuyo

Publicado 7 de junio de 2010 en www.mdzol.com por Gabriel Conte

Un repaso de la última década en que se pusieron en marcha las reformas policiales en el país, con uno de sus máximos expertos en Latinoamérica: Alberto Binder, en un diálogo exclusivo con MDZ. La mutación del miedo, el rol de políticos, medios y jueces. y un mensaje esperanzador.


Alberto Binder fue un protagonista central del primer golpe de impacto que recibieron las políticas públicas en materia de seguridad en el país: cuando se decidió, a mediados de la década de los años 90, reformar a la Policía Bonaerense.

Miembro central del equipo que desarrolló aquel proceso que miró situaciones similares en Europa, contrastándolos con el dramático diagnóstico que indicaba las dificultades para separar a “buenos y malos” de las propias filas policiales, fue un pilar en la aplicación que dio, con sobresaltos y retrocesos posteriores, el ex ministro bonaerense León Arslanián.
Mendoza recogió el guante frente a su propia crisis de eficacia policial, manchada, por esos mismos años, con casos de brutalidad y corrupción. La mayoría de los casos, sucedidos puertas adentro de la institución y con la dirigencia política como “partícipe necesaria”, podría decirse, habida cuenta de una larga costumbre de desentenderse de los “asuntos de seguridad”, confundidos –aun después de recuperada la democracia- con “asuntos policiales”.
La ruptura de ese hermetismo y la incorporación de la gente a los debates fue, a partir de entonces, de gran impacto mediático, pero “positivo”, en la evaluación que el propio Binder formuló para MDZ en una visita que hizo a la redacción.
Pilar de la plataforma que se ha denominado como “Acuerdo por la Seguridad Democrática”, el especialista es reconocido dentro y fuera del país por sus aportes a la actualización y replanteo no sólo de las estructuras policiales, sino también las judiciales.
Hoy, defiende el legado de la “década de las reformas”, la pasada y aunque admite que “ninguna de sus líneas se ha consolidado definitivamente”, da cuenta de que “al menos, hay ahora dos visiones diferentes de cómo abordar la seguridad”, algo que tuvo una sola voz a los largo de todo el resto de la historia: la policía.
Binder vino a Mendoza a dictar un seminario sobre Problemática y Gestión de la Seguridad Pública en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, unidad académica que es parte de la conducción de la “escuela de policías”, el Instituto Universitario de Seguridad Pública creado en 1998. En setiembre, dirigirá un diplomado en esa misma facultad sobre los temas por los que es reconocido.

Acuerdos básicos. En febrero Mendoza suscribió –por intermedio de políticos y especialistas- el Acuerdo por la Seguridad Democrática- anticipándose a un hecho que en los próximos días será noticia tanto en la Ciudad como en la provincia de Buenos Aires.
Al respecto, Binder sostuvo que “uno de los puntos que busca el grupo de acción, reflexión e identidad del Acuerdo por la Seguridad Democrática que se está construyendo desde diciembre, constituido entre sectores progresistas y contrarios a las políticas de ´mano dura´, es tratar de generar un ámbito para que sectores políticos que se han dado cuenta que esas políticas no los han llevado a ningún lado, que ha sido un pésimo negocio de tirar a la basura libertades esenciales, puedan articular acciones más serias”.


 Las caras del miedo. Desde su punto de vista, los políticos no se hacen cargo de “gobernar” la seguridad, de ponerse al frente de las acciones del gobierno que den salidas a la problemática, por “miedo”.
Pero tiene un mensaje esperanzador: “Los sectores políticos también están empezando a perder ese miedo a hacerse cargo de las políticas de seguridad”.
La influencia de diez años de muchas idas y vueltas, pero centralmente de contraposición de puntos de vista, es clara, sostiene. “Esto es muy notorio y es posible que las reformas y contrarreformas policiales de la década pasada hayan dejado algo en la dirigencia política”, sostuvo el especialista. Como ejemplo, citó que “no les ha servido (a los gobernantes) desvincularse del manejo de las políticas de seguridad”.
Por ello, puso de relieve la tarea del “Acuerdo…”. Sin dudas, expresó, “uno de los temas más importantes que tratamos es cómo somos eficientes en el tratamiento de la criminalidad, como salimos de los problemas”.
Comparación: es como pasó con la economía. “Durante décadas, a la dirigencia política argentina le costó meterse con la economía. De hecho, le dejaban el tema a los economistas, representantes de grupos económicos o del establishment financiero. Y pasó lo mismo con la seguridad”, argumentó Alberto Binder, para dejar en claro por qué cuesta que los llamados “civiles” se convenzan que les toca la ineludible tarea de domar la inseguridad.
Como con la economía eso sucedió y con el paso del tiempo, en la Argentina, la perspectiva de abordaje cambió, es posible entonces –sostuvo- que sea “un problema de maduración de la dirigencia política”. “Hoy, los políticos están viendo que no pueden dejar la política económica en aquellas manos para que decidan cosas que sólo a ellos les conviene. Y lo mismo empieza a pasar con las políticas de seguridad”.
Miedo a la gente. “Las políticas de seguridad las tienen que manejar los políticos”, expresó con contundencia. Pero advirtió la persistencia de un problema no menor: “cuesta que se vayan haciendo cargo, porque ha sido tan intensa la demanda social que  todo el mundo sentía que con un poco de mala suerte, quedaba marcada su carrera”.
- ¿Usted cree que en los últimos 10 años la gente pasó de reclamar mayor seguridad frente a los ladrones a reclamar mayor eficiencia de las políticas públicas de seguridad?
-         Eso es un avance. Hay una maduración de la sociedad que se va dando cuenta que el tema es bastante más complejo y que excede el caos individual. Obviamente, siempre va a ser comprensible el caso individual. Pero me parece que la sociedad ha visto y se va dando cuenta que esto no se resuelve con tipos golpeando la mesa y diciendo que van a ser honestos y que van a acabar con el delito…Es una de las políticas complejas, en las que hay negocios a su alrededor.


Del miedo a la acción. A pesar de esta cadena de miedos vecinos-ladrón-medios-políticos-vecinos, para Binder “en muchos sentidos la sociedad ya lo está entendiendo y está dando lugar a la posibilidad de realizar políticas no sólo más interesantes, sino más eficaces”.
En su opinión hay otro factor que debe reformularse: los medios de comunicación.”Todavía falta que los medios de comunicación tengan su proceso de maduración”, dijo. “Si se analizan los debates que se dan en los medios de comunicación, son debates que se dan siempre alrededor del dolor de un caso. Dan poco campo para el debate en torno a las políticas públicas”.
Insiste con que “con la economía pasó un poco lo mismo. Hoy en los medios de comunicación, no tiene sentido hacer debates sobre política económica haciendo hablar a gente que tiene hambre, está desnutrida o no tiene trabajo. Uno ahora sabe que hay ámbitos de discusión de políticas. Algo que todavía no se da en el tema de seguridad”.
“Esta relación, sin embargo –dijo Binder-, se va moviendo. Esta década no ha pasado en vano, por más que hemos visto que no se ha consolidado ninguna de las líneas” propuestas por las reformas.
Como evaluación de “la década de las reformas”, el especialista señaló que “quedó en claro que no hay una sino por lo menos dos formas de afrontar las políticas de seguridad, y esto es bueno para el debate democrático”. Prosiguiendo con la ejemplificación que ofrece comparar el tema con la economía, especificó: “Sabemos que en la economía hay desarrollistas, keynesiasnos, monetaristas…y la gente, aunque no tiene por qué saberlo, por lo menos sabe que hay otras opciones políticas”. 


Cambiar 100 años de una sola vez. Pasada esta década de debate y fluctuaciones, para “Binder se consolida y comienza una etapa en la cual queda claro que ahora hay dos visiones de por medio. Falta –dijo- que existan ciertos consensos entre las dos visiones". Pero le restó fatalismo al momento: "También en la economía se dan consensos, por ejemplo, entre keynesianos y monetaristas. Ambos podrán tener diferencias sobre el gasto público pero ambos saben que el tema no es indiferente para la economía”. Remató señalando que en ese rubro "hay muchos consensos que se han logrado en la discusión de las políticas". 


La justicia, sobrereformada en vano, aún
-         ¿La justicia se quedó más estancada? ¿Falta eficiencia en el sistema judicial? ¿Se reformó menos que la policía?
 -         Si, es difícil. No se reformó menos, pero tiene una estructura basada en cientos de años para atrás y mucho menos práctica que la de la policía. Pero también hay una reforma que no se ha dado y en Mendoza esto es paradigmático, y es que no podemos tratar al sistema de justicia como un todo. Uno son los fiscales y otros son los jueces. Uno dice: ´los jueces son los protagonistas de la política de seguridad´ y no, en realidad están para garantizar las seguridades públicas, para tomar decisiones, ser razonables, fundarlas…Pero los fiscales, sí. Claro que la persecución penal acompaña las políticas públicas de seguridad. Pero todavía provincias como Buenos Aires o Mendoza que tienen un complejo modelito de separación entre fiscales y jueces, se los ve como un todo”.
Alberto Binder sostuvo que "a diferencia de las políticas de seguridad y sus reformas que todavía están en marcha y que no se han consolidado, estos debates en la justicias ya se acabaron, ya se sabe qué es lo que hay que cambiar, el tema es que no ha logrado que se pongan en práctica".
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